El “pragmatismo principista” de la política exterior de México
Colaboración publicada originalmente en El Economista.
De manera frecuente, el gobierno mexicano plantea que la política exterior del país está basada fundamentalmente en principios normativos, como la No Intervención. En otras palabras, de acuerdo con el discurso oficial, la acción internacional de México es esencialmente “principista”. En varios momentos, sin embargo, México le ha dado un uso pragmático a esos principios. La idea anterior representa la esencia del concepto de “pragmatismo principista”. En otras palabras, ha tomado decisiones de naturaleza práctica, pero las ha “cubierto” con un manto principista.
El mejor ejemplo de esto ocurrió en enero de 1962 cuando los ministros de Relaciones Exteriores que asistieron a la VIII Reunión de Consulta de la OEA propusieron la exclusión de Cuba de ese organismo. Para ese momento, la administración del presidente López Mateos enfrentaba un gran dilema. Si votaba a favor de la resolución, ello iba en contra de los principios de política exterior; mostraba alineación a Estados Unidos, afectaba los intereses de los grupos nacionalistas en el país; y abría la puerta a la posibilidad de que Fidel Castro financiara grupos guerrilleros en México. Pero si votaba en contra, la decisión no favorecía los intereses de los empresarios y podría poner en contra a Estados Unidos en un contexto económico delicado.
En la reunión de la OEA, celebrada en Punta del Este, hubo tres momentos específicos respecto a la posición de México. En el primero, el entonces secretario de Relaciones Exteriores, Manuel Tello, defendió el principio de la “incompatibilidad” del comunismo con la democracia de la región. La acción complació a Estados Unidos y a los empresarios. Al otro día, la Bolsa de Valores de México tuvo un incremento significativo. El segundo momento ocurrió cuando se votó la exclusión de Cuba. El voto de México fue en “abstención” y el secretario Tello defendió los principios normativos, como la No Intervención. Esa medida buscaba satisfacer a los grupos nacionalistas internos y mandar una señal amistosa a Castro. Por último, la delegación mexicana pidió la inclusión de una reserva en el acta final de la reunión que estipulaba que México no estaba de acuerdo con la exclusión porque la Carta de la OEA no contemplaba esa figura jurídica. El secretario Tello alegó que era necesaria una reforma a la Carta para que se incluyera la posibilidad de expulsar a algún miembro. Esta acción tenía el objetivo de demostrar independencia frente a Estados Unidos y defender los principios jurídicos. En resumen, México optó por inclinarse a los intereses de Estados Unidos, pero cubrió esas acciones con un manto principista.
Este relato es pertinente porque varias administraciones han recurrido a esa variable en temas de política exterior. Por ejemplo, las administraciones de De la Madrid, Salinas y Zedillo, optaron por darle un giro económico a la política exterior y firmar tratados de libre comercio con distintos países. Los tres gobiernos mantuvieron en el discurso la defensa de los principios, pero en los hechos lo más importante era el beneficio económico. Incluso en la actual administración, el presidente López Obrador ha recurrido al “pragmatismo principista”. Si bien prometió “recuperar” y “defender” los principios constitucionales, en la práctica, también ha tomado decisiones pragmáticas, tales como enviar a la Guardia Nacional a la frontera sur para evitar la imposición de mayores aranceles por parte de Donald Trump o viajar a Washington hace exactamente un año cuando dio un espaldarazo a la reelección del entonces candidato republicano.
Es profesor-investigador de tiempo completo en la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales (FEyRI) de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Doctor en Estudios Internacionales por la Universidad de Miami. Presidente del Centro de Enseñanza y Análisis sobre la Política Exterior de México (CESPEM), obtuvo su licenciatura y maestría en Relaciones Internacionales por la UNAM y su doctorado en Estudios Internacionales por la Universidad de Miami. Fue presidente de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI) en el periodo 2015-2017. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), nivel II, y es miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Miembro del Consejo Editorial de Globalitika.